
¿Cómo hacemos que los sueños buenos se hagan realidad?
Crecer lleva consigo cambiar, y el cambio le da miedo a la mayoría de las personas porque cuando no se cambia se vive en un espacio cómodo donde hay estabilidad y un piso firme. Pero cambiar te dará crecimiento, espacios nuevos y te llevará a lograr las cosas que sólo imaginabas en sueños.
Todas las personas tenemos metas a lo largo de nuestra vida o nos imaginamos haciendo algo genial o que nos hará sentir muy bien. Comúnmente de manera más romántica a eso le llamamos «sueños».
Desde que somos infantes los vamos trazando por medio de profesiones, pero luego crecemos y entramos a un mundo más real, donde quizá ser astronauta, doctora o pilotear aviones no es tan fácil como creíamos. Sin embargo, todo es alcanzable, pero ¿cómo lo podemos lograr?
Mi primera respuesta es trabajar para lograr. Ser consciente de que para hacer eso que tú quieres (como en todo) se necesita estudio, capacitación, constancia, responsabilidad y compromiso con ese sueño.
Generalmente se abandonan los sueños cuando se ve lo que cuestan en tiempo, proyectos y también dinero. Las personas que alcanzan sus sueños son quienes no abandonan, quienes tienen conciencia de lo que implica soñar y tienen la disposición a desgastarse para alcanzarlos.
Un dato extra que agregaría en esta parte es que puede que en la vida te encuentres con alguien que alcanza sus sueños, pero a costa de seguir la filosofía de «chingas o te chingan». Y ésta sí es una manera, pero destruye tu humanidad, tu empatía, tu capacidad de sensibilidad por los otros. Alcanzar tus metas de esta forma no vale la pena.
El tiempo que dures para lograr tu meta depende de cuál sea ésta y del contexto en el que estés. Pienso que es importante tener en cuenta que cada quien tiene sus tiempos, y aunque sientas que ya te tardaste mucho en lograr algo, no es una buena razón para abandonar el camino que has construido.
Respecto al trabajo que haces para lograr lo que quieres, también es importante saber cuándo una tarea llega a su fin. Es muy fácil generar zonas seguras donde produzcas, pero tu ciclo ya esté cumplido. Es parecido a la sensación de estar en tu último año de primaria, secundaria, preparatoria o universidad. Para ese último año ya has generado un espacio seguro con amistades, docentes que conoces y lugares conocidos, y cuando tienes que saltar a la etapa que sigue hay una especie de emoción y duda por lo incierto del siguiente nivel.
La ventaja es que en la escuela es fácil saber cuándo ya tienes que saltar a algo nuevo y cuándo soltar eso algo viejo porque los años están marcados o al aprobar todas las materias lo sabes. Pero en cosas que no tienen marcadas su ciclo es cuando toca analizar y evaluar el contexto y aportes que te dan.
En todos lados se aprende algo y todos los espacios en los que te desarrollas te van a aportar a tu crecimiento personal si eres suficientemente inteligente para aprovecharlos. Pero también hay que identificar cuándo se necesita soltar, soltar para volar más. Y a veces si nos es difícil puedes encontrar esos empujones cuando el ciclo está terminado.

Es como los pajaritos cuando van a volar por primera vez. A veces están a la orilla del nido alterando y queriendo tomar ese camino nuevo, pero por más que se visualizan y mueven sus alitas, necesitan el empujón de su madre para caer y decidir si vuelan o no.
A veces nos toca decidir esto para saber si perseguimos o no los sueños. Anímate a tomar los riesgos y a trabajar por lo que quieres, y en tu camino también cuida de tu salud mental y no olvides que lo más importante para lograr tus metas es tener bienestar.