
Necesitamos la capacidad de autoprotegernos y encontrar calor: Christian Ortiz
«La pequeña vendedora de fósforos» es un un cuento para el invierno interior, escrito por Hans Christian Andersen, y el sicoterapeuta Christian Ortiz presenta una interpretación, la cual es perfecta para reflexionar en esta época de frío acerca de nuestra vida.
El cuento trata de una niña que se encuentra sola viviendo en una pequeña cabaña en el bosque. Para conseguir pan decide comprar cerillos por medio penique y venderlos por las calles a un penique, sin embargo nunca nadie le compra. La niña no tenía zapatos y vestía un delgado abrigo en medio del frió invierno.

Cansada de andar por las calles intentando vender sus cerillas a desconocidos que no le prestaban atención, decide parar entre dos casas y encender fuego para ya no sentir frío. Pero no tenía leña, por lo que decidió encender un fósforo.
Al encender el cerillo sintió que la nieve y el frío desaparecían, pues ya no les veía. En su lugar, visualizó una sala con una estufa verde de cerámica que daba mucho calor. La niña se acurrucó a un lado y de pronto la estufa se apagó, la estancia desapareció y la niña regresó a estar temblando sobre la nieve.
Encendió la segunda cerilla y vio que había una mesa con un mantel blanco y deliciosa comida, pero al acercarse a los alimentos la mesa desapareció. Sintiendo el frió de nuevo se dio cuenta que éste se iba abriendo camino cada vez más por sus brazos y su tronco.
A través de las fantasías buscamos anestesia al dolor: Christian Ortiz
Sacó el tercer fósforo y lo encendió, vio un árbol de Navidad enorme, bellamente adornado. Contempló el tronco que subía cada vez más por las hojas que llegaban al cielo y se convertían en estrellas. Como llovida del cielo se le apareció su abuela, la rodeó con un delantal y la abrazó, pero su abuela comenzó a esfumarse.

La niña encendió un fósforo tras otro, tras otro para conservar a su abuela a su lado. Al final con los fósforos terminados, la niña y su abuela ascendieron juntas al Cielo, a aquel lugar donde no sentía frío, no pasaba hambre ni sentía dolor. A la mañana siguiente encontraron a la niña muerta entre las dos casas.
Este cuento nos habla de los instintos heridos y qué pasa cuando ya no nos pueden proteger, explicó el psicoterapeuta. El ambiente de indiferencia que vivió la niña, donde nadie le compraba cerillas, hace referencia a que a veces estamos así de manera emocional, espiritual o física.
Las llamas que va prendiendo la niña son en busca de fantasías, y también hacemos eso nosotros, dijo Christian Ortiz, prendemos llamas cuando no sabemos qué hacer para disipar o confrontar el dolor. Como en el caso de una situación que nos hace daño con la presencia de indiferencia y destrucción, y teniendo la esperanza de que las personas cambien nos quedamos a sentir más daño, enfatizó.
Te invitamos a escuchar el cuento completo y reflexionar, basado en el programa «Saber Sanar 2011-2018»: