
Desde el principio de los tiempos, el humano se ha caracterizado por ser un creador de mitos. Desde los dioses encarnados en los fenómenos naturales incontrolables, poderosos y entonces incomprensibles para el hombre de las cavernas, hasta los sofisticados elementos encontrados en la época actual, léase faranduleros famosos, deportistas superdotados, multimillonarios poseedores de fortunas exorbitantes, políticos prominentes, etcétera. Todos ellos, parte de una realidad concreta, pero a la vez inalcanzable y por tanto idealizable para el ciudadano común que sale a trabajar por la mañana y regresa a casa con el salario mínimo indispensable para mantener a una familia mas o menos numerosa.
La comunicación humana, en todas sus formas, ha sido el vehículo a través del cual, los elementos de culto (miméticos, reales o de ficción) han sido difundidos entre las diversas sociedades a lo largo de la historia. Esta difusión ha respondido a las necesidades y posibilidades que dicta el momento histórico al que el mito pertenece y va desde la pintura rupestre, hasta los modernos medios masivos de comunicación, pasando por la pintura artística, el cine y la literatura en todos sus géneros y subgéneros, entre otros no menos importantes.
Los anteriores modelos se desenvuelven, como se ha dicho, en un plano real, irrefutable y tangible; pero existe otro plano en el cual, también cohabitan personajes, cuyas cualidades supra humanas, les convierten en elementos de culto para el ciudadano común –sea por buenos o sea por malos-; este plano es el de la ficción.
El Cómic, uno de estos universos de ficción donde cohabitan los superhéroes y los supervillanos, es un producto gráfico-verbal -no un subgénero literario- que se manifiesta gracias a un enlace de elementos literarios, pictóricos e incluso cinematográficos (forma), y a toda una serie de símbolos, problemáticas, temáticas y cosmogonías (fondo), que lo nutren, dando como resultado un material con amplias posibilidades comunicacionales en todos los sentidos que esto implica, es decir, un medio de comunicación único e independiente.
El también llamado 9° arte, como un medio de comunicación inserto en su momento histórico determinado, depende para la formación de sus mensajes, tanto de los fenómenos ocurridos en el contexto que le corresponde, como de las tendencias formales inherentes a la época en la que el producto comunicacional es engendrado. La economía, la problemática social y la política, así como la corriente estética, la moda y el estilo, son en conjunto, ejemplos de estos nutrientes esenciales para el Cómic de ficción, aunque su relato se ubique en épocas pasadas o futuras, o en lugares ajenos a donde ha sido creado.