Cultura

Tatuador, pese al rechazo de familia y sociedad

David Ortiz, Tatuajes

La peor forma de herir a alguien es la discriminación. Al señalarle y excluirle pierde toda oportunidad para defenderse, para ser escuchado y expresar lo que siente o piensa de la acusación: El Chamuco

«El chamuco» David Ortiz es tatuador hace 21 años, su profesión le permitió compartir sus experiencias, en un análisis sobre los viejos y nuevos estigmas del tatuaje

Su nombre es David Ortiz, quien conoce su profesión sabe que le apodan “El Chamuco”, con 21 años como tatuador y sus brazos plasmandos en tintas, le han brindado experiencias positivas y negativas, las marcas de los estigmas del tatuaje.

Desde la infancia se ha inculcado la creencia de que los tatuajes son malos, provocando miedo hacia quienes están tatuados, lo mismo con el oficio de tatuador. El primer rechazo lo recibió de su padre, quien al enterarse que su hijo quería dedicarse a tatuar le recomendó que mejor se dedicase a vender chicles en los camiones, para él fue muy duro que su padre no confiara en él.

Aun así, él se aferró a su sueño y continuó aprendiendo del oficio de tatuar. Con el tiempo acumuló experiencias negativas, como el miedo irracional que algunas personas tienen al verlo, al grado de cruzar la calle corriendo sin voltear a los lados, o el comentario de un niño que lo acusó de loco por “rayarse” los brazos proyectando las ideas que su madre le inculcó de la locura o reclusión por violencia que deber tener alguien que se tatúa.

Señalar sin juzgar, símbolo del crimen, agresiones: los viejos estigmas.

David considera que al señalar a una persona, sin conocimiento de su vida, es el primer estigma del Tattoo. Nadie pide una explicación antes de juzgar o etiquetar, pero a veces un comentario de dos minutos puede bastar para penetrar el círculo de prejuicios de quien juzga. Los estigmas sociales son los que más lastiman al individuo porque no se sabe que alcance pueda tener un comentario, un trato diferente o un rechazo.

Hay quienes se tatúan por el miedo, para afrontar círculos donde algunas personas tatuadas les inspiran y hacen lo mismo para verse más rudos, esto se ve más marcado en los reclusorios. Anteriormente quienes frecuentaban usar tatuajes eran personas dedicadas al crimen o mujeres que practicaban la prostitución, esto causó un estigma negativo en la sociedad pero gracias a esto también se ayudó a preservar el tatuaje.

Mural en Palacio Nacional Diego Rivera
Mural en Palacio Nacional Diego Rivera

En otras épocas solo la realeza y gente de gran mérito podía ganar el derecho de tener un tatuaje, pues era una manera de reflejar su historia personal, no era un estigma sino una especie de bitácora, el reflejo de hechos, necesidades e incluso de pecados.

David Ortiz comentó lo afortunado que se siente de no haber sufrido consecuencias más graves de los estigmas del tatuaje, sin embargo, compartió el caso de un tatuador que en más de una ocasión sufrió insultos y golpes por parte de elementos de seguridad pública, cuyos elementos, después de subirlo a la unidad lo dejaban en las afueras de la ciudad golpeado y desnudo solo por el hecho de estar tatuado. Es muy fácil señalar, pero mucho de lo que se señala en los demás son cosas que por miedo o por no tener permiso no nos atrevemos a hacer en nosotros, expuso «El Chamuco».

Rockstar, artistas, modas de internet: los nuevos estigmas.

Pero los tiempos han cambiado, al igual que los estigmas. Quien porta un tatuaje dejó de ser visto como un delincuente y ahora es un rockstar mientras que al tatuador se le ve como a un artista. En su opinión David considera que él no es un artista y que no se debe considerar al tattoo como un arte, “si yo soy un artista, en serio, que mal está el arte” expresó David Ortiz entre risas.

Los medios de información también han saturado al público sobre el tema del tattoo, las personas aceptan todo sin ningún cuestionamiento. Lo que ven en Internet es lo que quieren, sin saber lo que simboliza en realidad. El cuestionamiento interior es básico para quien desea tatuarse, el diseño que se elija debe reflejar la personalidad del individuo. Los seres humanos tenemos similitudes, pero no somos iguales, no hay necesidad de elegir un tatuaje por moda, el diseño que se elija es para toda la vida por ello la honestidad con uno mismo es muy importante.

Como tatuador, David ha tenido que ir en contra de la regla “el cliente siempre tiene la razón”, para él no es motivo suficiente que un cliente le diga que “siempre” ha querido tener un tatuaje, incluso hay quienes se han ofendido cuando les dice que no está dispuesto a tatuarles el diseño que le piden.

El tattoo es uno de los temas que aún continúan creando controversias en la sociedad, su rechazo por un lado, su aceptación y fanatismo por el otro, dificultan tener una perspectiva clara del tema. Sus estigmas no solo afectan a quienes se dedican al oficio o a quienes los portan, afectan a toda la sociedad. Por ello es importante dejar a un lado los prejuicios, tanto propios como ajenos y analizar el tatuaje desde un campo más despejado, tal vez con el tiempo dejen de surgir nuevos estigmas y los que hoy prevalecen dejen de existir.



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