
En este contexto los hombres aprenden que la dominación y la agresión son atributos masculinos
En 2015, el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) participó en una investigación llamada “¡Me cambió la vida! Uniones, embarazos y vulneración de derechos en adolescentes”, para comprender las causas, manifestaciones y consecuencias de las uniones y embarazos en mujeres adolescentes que acudieron durante el 2012 a los servicios de salud, siendo un resultado las masculinidades hegemónicas.
Como producto de esta investigación por Flacso-Guatemala, como resultado del interés de UNFPA, en coordinación con el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social–MSPAS, y con el apoyo financiero de la Fundación Ford, se crearon cuadernillos que abordan las causas detectadas de estas uniones, embarazos y vulneración de derechos en adolescentes. Siendo el primer cuadernillo la masculinidad hegemónica y su impacto en la vida de las niñas, adolescentes y jóvenes.
¿Qué es la masculinidad hegemónica?
La masculinidad hegemónica es la configuración de prácticas sociales para los varones, predominante en nuestra cultura patriarcal, con variaciones pero persistente. Está relacionada con la voluntad de dominio y control, es un cuerpo construido de manera sociohistórica, de producción ideológica, resultante de los procesos de organización social de las relaciones mujer/ hombre a partir de la cultura de dominación y jerarquización masculina.

El concepto de masculinidades hegemónica planteado por Robert Connell (1987), interrelaciona género, prácticas y estructura social. Por ende, propone analizar las relaciones de género con base en tres dimensiones que son las relaciones de producción y trabajo; las relaciones de poder, en las que las conductas violentas se asocian a una supuesta esencia masculina; y las relaciones de afecto, emociones y sexualidad social.
La masculinidad hegemónica está permeada por la matriz dominante impuesta por el sistema patriarcal a través del proceso de socialización, que conduce a la internalización de normas, valores y roles. Es un modelo de masculinidad dominante que configura subjetividades, corporalidades, prácticas y expectativas relacionadas con la forma «verdadera» de ser de los hombres.
Existen distintas perspectivas teóricas en el estudio de las masculinidades. Por ejemplo, en Costa Rica la socióloga feminista Montserrat Sagot se adscribe a la noción de masculinidad tóxica planteada como la expresión de poder absoluto sobre las mujeres, deshumanizándolas y utilizándolas como objetos de placer y trofeos de los hombres.
Desde los primeros años se aprende a ser hombres, la sociedad modela, instruye y performa las identidades masculinas y las formas de ser, pensar, sentir y actuar. Las masculinidades refieren el proceso subjetivo a través del que se internalizan las formas, significados y símbolos de ser hombres, resultado del proceso de socialización y desde allí se ocupa un lugar en el mundo; se existe.
La masculinidad hegemónica normaliza la violencia y discriminación contra mujeres
No existe una manera singular de ser hombre, dada la diversidad humana en términos sociales, ideológicos, sexuales y genéricos. Sin embargo, para ser considerados “verdaderos hombres”, estos aprenden que deben ser lo más masculinos posibles y claramente distintos a las mujeres. La masculinidad se construye en oposición a la feminidad y al ser mujer.

Además, en estos contextos, los hombres aprenden que la violencia y la agresión son atributos masculinos, potenciando las relaciones de poder como el sexismo, el racismo, el adultocentrimo y el heterosexismo.
En la investigación «¡Me cambió la vida! Uniones, embarazos y vulneración de derechos en adolescentes» (2015) se pudo constatar inicialmente que la masculinidad hegemónica, como una construcción social, permite la reproducción del sistema patriarcal. Creando así una naturalización de la violencia y discriminación contra las mujeres, niñas y adolescentes.
Así como la consideración de los cuerpos y las vidas de las mujeres, niñas y adolescentes como propiedad y posesión, como territorios para que otros se los apropien y el control de su sexualidad.
La masculinidad hegemónica, al considerar los cuerpos de las mujeres como apropiables y expropiables, y a las mujeres incapaces de tomar sus propias decisiones, se impone creando un círculo de violencia sexual, que conduce al embarazo y maternidad forzada, y otras formas de explotación, e inclusive formas de trata de niñas y adolescentes.
Además, limita el avance del ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, lo cual refuerza la naturalización de los embarazos en niñas y adolescentes como consecuencia de la expropiación de sus cuerpos y vidas, resultado de la masculinidad tóxica
Puedes encontrar el cuadernillo completo sobre la masculinidad hegemónica y su impacto en la vida de las niñas, adolescentes y jóvenes aquí.