
La intolerancia de un país, es el llanto desesperado de 2 mil 300 niñas y niños preguntando el paradero de sus padres o familiares
En un mundo en donde las características físicas importan más que el hecho de ser personas, ocurren historias como la esclavitud, los holocaustos de la segunda guerra mundial o el suceso ocurrido en Ruanda en donde las diferencias de origen fue detonante suficiente para acabar con la vida de aquellas personas que pertenecían a otra cultura, incluso quienes antes eran personas cercanas.
Hoy en día, surgen nuevas maneras de que una cultura, un país se imponga ante otros que considere “pequeño” tal es el caso de EUA al mando del presidente Donald Trump, quien desde su llegada a la Casa Blanca o antes de ella ha señalado que los mexicanos representan un peligro para Estados Unidos.
Por lo que a principios de mayo anunció la política de “tolerancia cero”, consistente en castigar a cualquier persona que cruce ilegalmente hacia EE. UU; sin embargo, esto ha traído una problemática ya que los más sufren por esta acción son las niñas y los niños, pues al ser detenidos sus padres los separan de ellos, para ser llevados a instalaciones de “tierna edad”; las cuales están divididas y con apariencia de jaulas.
La separación padres y madres de familias de las niñas y los niños resulta un proceso muy doloroso y más para los menores de edad, pues resulta una angustia terrible el estar en otro país en donde las personas alrededor hablan otro idioma, además de observar como los agentes detienen a las madres o padres.
Tras la difusión de la situación en la que se encuentran las niñas y niños detenidos, la presión internacional no se hizo esperar: Trump no tuvo más que ceder a que los niños no fueran separados. Sin embargo, enfatizó en que la política seguirá en marcha, sin duda Trump ha caído en lo más bajo en cuanto a castigo a migrantes se refiere, pues el hecho de hacer llorar no solamente a una niña o un niño sino a 2 mil 300 ya es demasiado.
El llanto de niñas y niños representa el dolor de la migración en Estados Unidos, dando a conocer las violaciones a derecho que dicho país ejerce a aquellos que van en busca del “sueño americano”. Aquellos soñadores que incluso provienen de Centroamérica quienes en su recorrido han sufrido violencia, comido poco, dormido con frío y tal vez la bestia les ha quitado una parte de su cuerpo o a un ser querido.
Es el llanto de cómo un tronar de dedos le quita todo lo que tenga de valor a la población más vulnerable: en este caso la unión con sus familias y la libertad. Con la política “tolerancia cero” los centros de detenciones de Donal Trump irremediablemente me llevan a pensar en los campos de concentración de la segunda guerra mundial donde judíos eran llevados y separados de sus seres queridos.
Tolerancia cero, una política pensada desde el proteccionismo de un país que siempre ha sido de personas provenientes de distintos lugares del mundo. Un país que fue construido por todas las manos de migrantes, así como de los propios. Una política que es creada incluso por un presidente que tiene raíces de migrantes.
A pesar de que el mandatario ha aceptado la no separación de migrantes, el sufrimiento para ellas y ellos no terminará pronto, pues Trump ha declarado que seguirá impulsando el castigo a aquellos que se atreven a cruzar las tierras estadounidenses de manera ilegal. Los sueños serán insuficientes para buscar una mejor calidad de vida, los caminos complicados que realizan las y los migrantes en muchas ocasiones tendrán destino a un centro de detención en el país vecino.