
Migrar, huir, buscar refugio es un derecho humano: campaña ONU
La migración como consecuencia de las condiciones desiguales en el desarrollo económico de los países continúa siendo un fenómeno constante en el mundo, y esto tiene una relación directa con los derechos humanos y la falta de medidas preventivas que garanticen una vida digna a las personas.
Los derechos humanos se violan no sólo por el terrorismo, la represión, los asesinatos o desapariciones forzadas, sino también por la existencia de condiciones de pobreza extrema, violencia y estructuras económicas injustas que causan desigualdades y obligan a las personas a migrar.
Por la cercanía con Estados Unidos, que es el principal receptor de migrantes, nuestro país es el corredor migratorio más transitado en el planeta. Se sabe que la frontera de México con Estados Unidos no sólo es cruzada por connacionales, sino también por gente proveniente de Centroamérica, principalmente de Guatemala, Honduras y El Salvador, quienes además de huir de la violencia que hay en sus países buscan una mejor situación económica.
Hace unas semanas en la frontera sur explotó lo que muchos medios han llamado “la caravana de migración”, en la cual miles de personas provenientes de América del Sur se transportan para cruzar nuestra República y así llegar a Estados Unidos o establecerse en alguno de nuestros estados. Este grito ha salido a la luz como el producto de un incendio que no se apagó desde su origen: la mala situación que hay en los países de una persona que migra.
Hay que saber, antes de emitir un juicio sobre quienes migran, que no se encuentran en esta situación de migración porque deseen hacerlo, sino porque en sus países enfrentan marginación, violencia, pobreza o alguna otra situación que merma su calidad de vida.
De acuerdo con el artículo 1 Constitucional, todas las personas, incluidas las extranjeras, merecen gozar de los derechos reconocidos por el Estado mexicano y por instrumentos internacionales. En ese contexto las personas extranjeras que se encuentran en territorio nacional tienen diversos derechos como el libre tránsito, seguridad jurídica, atención consular, no ser criminalizados, contar con alojamiento digno, ser alojados en una estación migratoria y no ser incomunicados ni detenidos en albergues. Sin embargo, los derechos de quienes migran desde Centroamérica en su recorrido por el país son violentados al ser víctimas de extorsiones, violaciones, asaltos y secuestros.
De acuerdo con la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación, hasta noviembre de 2017 más del 85% de migrantes eran de Honduras, Guatemala y El Salvador, siendo un total de 75 mil 369 personas. Lo más lamentable es que la mayoría fueron víctimas de maltrato físico, falta de alimentación y mal servicio en las estaciones migratorias.
La violación a derechos de migrantes no sólo la padece gente ajena a nuestro país, por años migrantes indocumentados de México han sido y siguen siendo blanco de políticas de control y deportación, políticas que han ido acompañadas de violaciones a los derechos humanos por parte de los sistemas estadounidense y mexicano.

Nos quejamos mucho de los malos tratos que reciben nuestros connacionales en los Estados Unidos, sin embargo, damos el mismo trato inhumano a las personas migrantes que están aquí buscando una mejor oportunidad de la que encuentran en su país de origen o van de paso con el deseo de querer alcanzar el mal llamado “sueño americano”.
Inclusive obligando a quienes migran a tomar medidas por si sufren violencia en su camino, como es el caso de las mujeres, que entre sus provisiones llevan comida, agua y una pastilla del día siguiente por si son víctimas de violación. Con el tema de migración nos volvemos un país hipócrita que no cumple con el principio de congruencia y no da a otros lo que pide: un trato digno a migrantes.
Me gustaría invitar al Gobierno mexicano a mejorar las condiciones de vida para la ciudadanía, para que nuestra gente no se vea obligada a migrar. Invito al Gobierno mexicano a ser congruente y fortalecer y cumplir los derechos de migrantes que llegan al país, mismos derechos marcados por la Constitución.
Te invito a ti que me lees a dejar de ser egoísta y no pensar en las personas migrantes como invasoras que nos hacen derrochar presupuesto público y roban nuestros empleos, sino como lo que realmente son, personas en situaciones difíciles, quienes buscan un mejor futuro. Y en su camino es necesario este papel de acompañantes, darles la mano y ofrecer, por lo menos, una sonrisa.