
En cultura de los Ralámulis la muerte es irrelevante, porque después de la muerte la vida sigue y además es como el día y la noche
Día de los muertos, se celebra principalmente el día primero y segundo de noviembre, en cada rincón de México esta festividad está presente, aunque claro se vive de una forma diferente. La cultura Ralámuli de Chihuahua nos situa concretamente en el pueblo de Tónachi, municipio de Guachochi.
La muerte para los pobladores del pueblo de Tónachi es como el día y la noche, lo ven de esta forma porque para ellos después de la muerte la vida sigue, es por eso que los pobladores no le guardan luto a los difuntos. Cuando alguien muere las personas del pueblo se reúnen para cantar y bailar hasta la medianoche, se prepara el tesgüino, se realizá el “tutuburi” que es una ceremonia y consiste en que la persona mayor, con más sabiduría realiza danzas y cantos alrededor de una cruz.
Cuando se muere un hombre en la comunidad de Tónachi, al tercer día de su fallecimiento se realiza un festejo para poder ayudarlo a llegar al cielo, además en esta cultura como en muchas culturas indígenas del país, se cree en la reencarnación y uno de los rituales que se realiza es colocar cenizas de leña en la casa para que este revele huellas y el difunto sepa cual es su nuevo camino.
Cuando muere una mujer el festejo se realiza hasta el cuarto día, ya que la mujer se considera una persona sagrada por traer vida a esta tierra, se le venera de esa forma, en cuanto a la ceremonia es la misma que la que le realizan a un difunto hombre.
Los Ralámulis de esta región dicen que las cenizas pueden revelar si la persona volvió a renacer en una persona, si el difunto en vida fue buena persona puede renacer en humano o en cualquier otro animal a excepción de la víbora, porque este tiene un significado de mal comportamiento. Pero hay veces que las cenizas no revelan nada y es ahí cuando surge la preocupación de los familiares, pues indica que no estará cerca de ellos.
vivos y muertos conviven en panteones…

Fuente: Comunidad7
El día dos de noviembre, los pobladores de Tónachi asisten a los panteones llevan comida y música, esperan ahí hasta el mediodía y no pueden comer los alimentos que llevaron a los difuntos hasta antes de volver casa, después se invita a aquellos seres que ya no se encuentran físicamente con ellos, con la visita al panteón las personas ya no colocan altares, solo quienes no hayan ido al panteón elaboran un altar en sus casa, con la comida que al difunto le gustaba en vida.
Los altares en Tónachi solamente se dejan un día a la vista de todos, los cantos y danzas duran hasta la media noche del dos de noviembre, así termina el festejo para el día de todos los santos.
De norte a sur las culturas originarias son auténticas y todos celebran el día de muertos, cada pueblo y estado, cada altar o cada festejo tiene la esencia de cada comunidad.